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GUAYAQUIL DE MIS AMORES

“Tú eres perla que surgiste del más grande e ignoto mar…”, así empieza el hermoso pasillo que todos alguna vez por lo menos lo habremos “tarareado”. La historia de esta hermosa y pujante ciudad va más allá, se remonta a la etapa clásica de la villa colonial americana, que comienza en 1520, año a partir del cual se fundan los ayuntamientos más significativos en las nuevas tierras conquistadas por el poderoso reino español.

Para ese entonces la corona no contaba con un modelo económico que permitiera la subsistencia de los territorios recién colonizados, por lo que se produjeron fracasos en la consolidación de núcleos habitados, al no existir precedentes urbanos acordes a la nueva realidad a la que se enfrentaban los conquistadores.

Por esto, los hispanos realizaban asentamientos provisionales, sin aspiraciones de organizar y mejorar sus condiciones precarias de vida, sino que se dedicaban a la tarea principal encomendada por sus protectores, que era la búsqueda de oro y materias primas rentables.

Paisaje del Corregimiento de Guayaquil según la Relación del Viaje a la América Meridional, de Jorge Juan y Antonio de Ulloa

Es por esto que los primeros asentamientos americanos sufrieron cambios y modificaciones territoriales que obligaron a reubicaciones hacia las costas marítimas para asentarse y desarrollarse con ciertos privilegios como ciudades enlace, por su condición de puerto.

Es así que luego de pasar muchas adversidades en su misión expansiva, el conquistador Diego de Almagro, el 15 de agosto de 1534, funda la ciudad de Santiago en una planicie cercana a la actual Riobamba, la misma que sobreviviría por poco tiempo hasta que decidieron trasladarla a otro lugar, donde cumpla mejor el papel de ciudad enlace en el proceso de conquista de la región.

Una de las expediciones que partió del lugar, al mando de Sebastián de Benalcázar, arribó al actual Golfo de Guayaquil, desembarcando cerca de un asiento indígena llamado Guayaquile, donde concretó el traslado de Santiago hacia la costa, sin embargo los miembros de las tribus locales obligaron a los foráneos a abandonar el lugar.

Asedio a la Isla Puná de una Escuadra dirigida por Jacques L'Hermite, según un grabado de 1630.

En 1536, Hernando de Zaera, llega al sitio inicial de Santiago y la edifica por segunda ocasión, en las inmediaciones de lo que hoy es el cerro de Santa Ana. En 1537 la ciudad vuelve a ser destruida por los aborígenes, y es el capitán Francisco de Orellana quien la reconstruye y reubica esta vez en el mismo cerro, bautizándola con el nombre de Santiago de la Culata.

El proceso continuó hasta un quinto asentamiento en 1547, esta vez definitivo, tomando el nombre de Santiago de Guayaquil. En 1929 el Cabildo instituye el 25 de julio de 1537, como la fecha de su fundación y reconoce a Francisco de Orellana como su fundador. “Guayaquil de mis ensueños, Guayaquil de mis cantares, Guayaquil de mis ternuras, Guayaquil de mis amores”.