Reposa en el Archivo Nacional el proyecto sobre el río Cutuchi, fechado a 26 de febrero de 1777, documento de autor anónimo que significó, quizá como lo demuestran algunos documentos, el acceso a la ciudad de Latacunga por algunos años ya que a suerte de los avatares naturales provocados por el coloso deterioraron y colapsaron esta primera construcción siendo urgente que en abril de 1879 se ordene desde el Ministerio del Interior con los trabajos de reconstrucción.
El puente Cinco de Junio, inaugurado en 1920, cuya construcción demoró treinta años, fue considerado el puente más largo del Ecuador y de gran factura para su época, está construido en gran magnitud en arcos de piedra y tomó el nombre oficial de “Cinco de Junio” en homenaje de la llegada al poder del Gral. Eloy Alfaro Delgado, el cinco de junio de 1895. Ha sufrido lamentables modificaciones, acciones, añadidos e intervenciones que han dañado la estética del puente, primero se retiraron los espacios que se encontraban en las orillas, en el último decenio se intervino físicamente por decisión edil para ampliar en su contorno.
Orientados a la fecha, cinco de junio de 1895, y como el acervo de conmemoraciones cívicas entorno a nuestra historia, la figura de Eloy Alfaro ha generado una movilidad de la conciencia social ecuatoriana sobre su pensamiento, obra e ideología.
Latacunga no puede estar separada de tales preceptos e involucrada directamente, no sólo porque por su intimidad atraviesa el ferrocarril dividiendo a la ciudad en dos, sino por su legado y el favor que, a su tiempo, sirvió de asilo para algunos de sus colaboradores más íntimos.
La llegada del primer ferrocarril a la ciudad fue el 25 junio de 1907, viaje en el que arribó el Gral. Eloy Alfaro Delgado, quien fue recibido apoteósicamente por el pueblo latacungueño y por el Cnel. Timoleón Pasquel, Gobernador de la provincia de León en aquel entonces.
Este gesto no fue fácil años antes, el 2 de septiembre de 1895, sale Alfaro de Latacunga con dirección a Quito, luego que en esta urbe se le ha incorporado el valiente escritor y decidido combatiente, Roberto Andrade. El 11 de agosto de 1896 los conservadores atacan Latacunga y la toman, luego de que se ha producido un sangriento combate.
A un año de la llegada del ferrocarril a Latacunga el 16 de enero de 1906, Eloy Alfaro toma el poder como jefe supremo después que sus tropas derrotan a tropas gobiernistas en el Chasqui. El héroe de esta batalla fue el Cnel. Justiniano Viteri Jaramillo a la vez sería el gestor de la primera planta eléctrica de Latacunga (inaugurada el 11 de abril de 1.909) y de la construcción del monumental edificio de la Escuela de Artes y Oficios actual ESPE-L.
En Latacunga, el 28 de abril de 1910 el Gobernador Carlos Macías llamó al pueblo leonense para alistar filas en defensa de la patria. Se alistó el Batallón No. 16 de la primera reserva a órdenes del Comandante Abelardo Yépez. En estos días se constituyó el Batallón Cotopaxi, formado por políticos liberales y el pueblo, comandados por el Cnel. Justiniano Viteri Jaramillo.
El latacungueño Belisario Quevedo Izurieta fue integrante del Batallón Cotopaxi, ilustre pensador, escritor, publicista y precursor de la sociología en el Ecuador. Latacunga también se involucra decididamente en la construcción de la historia patria, más allá del anecdotario, la novelería e indiferencia.
Liberalismo y Latacunga
Los protagonistas suelen ser personajes singulares en la vida y también en la muerte, hombres que van hilvanando en la historia los tejidos de la identidad nacional, las mismas intensiones suceden ese azar con los testimonios; destaca, así mismo, que libros como La hoguera bárbara, de Alfredo Pareja, y Eloy Alfaro y sus victimarios, de José Peralta, se editaran en Panamá, pero los ejemplares traídos al país fueran quemados por las autoridades conservadoras, lográndose así que no hubiese castigo para los culpables sino «tan solo una silente impunidad».
Los asesinos intelectuales de Eloy Alfaro fueron sus coidearios liberales, y los asesinos materiales fueron los militares que se encargaban de su custodia, así como el pueblo quiteño, donde todos los estratos sociales estuvieron representados –con apellidos y dinero de por medio, ricos y pobres, blancos y cholos-, en el arrastre y posterior incineración de los cuerpos participaron cerca de 5000 personas directamente según el testimonio de Federico González Suárez, fatal y abrumador en la descripción poética del latacungueño Félix Valencia Vizuete, quien asomado al margen someramente describe los fatales días del magnicidio.
Eloy Alfaro, en su último trayecto de Guayaquil a Quito tuvo que ser protegido por la fuerza pública para que no fuera ultimado por el pueblo en las distintas estaciones por donde transitaba el tren que lo conducía a su desconocido destino final; el trayecto de horas y de cavilación en la intimidad humana, en su dignidad, tuvo estaciones como la de esta ciudad.
Al llegar a Quito, el ejército se vio obligado a contener a la gente amontonada en Chimbacalle, se la intentó dispersar, sin embargo fue imposible debido a los ánimos y a la decisión del pueblo de tomar justicia por mano propia. Finalmente fue imposible evitar la tragedia y después de ser ejecutado sin miramientos en el penal, Eloy Alfaro y las otras víctimas fueron linchados y arrastrados por toda la ciudad, siendo finalmente incinerados los cadáveres en el parque de El Ejido. La última acción de Eloy Alfaro en vida, fue ocultar en los pliegues de su ropa algunas libras esterlinas que traía consigo.
En esos anales el nombre de José Cevallos Terán, latacungueño, quien accionó su rifle en medio de la turba y el estremecimiento de Alfaro cuestionando por su destino, ese tiro lesionó su ojo y tumbado de muerte le propinaron veinte puñaladas en su cuerpo terminando con la vida del General.
Cevallos Terán era cochero, trabajaba como chofer del Ministro Octavio Díaz, en el régimen presidido por el Dr. Carlos Freile Zaldumbide. Se le acusó que el 27 de enero de 1912, portando una bandera negra, solicitó contribuciones para el ataúd del Presidente Alfaro, luego del arrastre fue capturado pero como casi todos los implicados se encontraban con varios amigos en Machángara obtuvo su libertad bajo fianza hasta que en 1919 le favoreció el indulto general que a los implicados concedió el Presidente Dr. Alfredo Baquerizo Moreno quien inauguraría el puente principal de la ciudad de Latacunga que luego llevaría por nombre la fecha del “5 de junio de 1895” como la del Liberalismo.
OBRAS REFERENTES Y CONSULTADAS:
Alfaro, E. (2012). Medio Siglo de Lucha 1864-1914 (1.a ed.). Riobamba – Ecuador: Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión Núcleo de Chimborazo.
Ayala, E. (1996). El Laicismo en la Historia del Ecuador. Quito-Ecuador: Corporación Editora Nacional.
Ayala, E. (2008). Resumen de Historia del Ecuador (3.a ed.). Quito-Ecuador: Corporación Editora Nacional.
Ayala, E. (2018). Historia de la Revolución Liberal ecuatoriana (3.a ed.). Quito – Ecuador: Universidad Andina Simón Bolívar / Corporación Editora Nacional
Cárdenas, M. (1989). Libertad y Liberación en la Obra de José Peralta. (1.a ed.). Quito: Fundación Friedrich Neumann.
Peralta, J. (1901). La cuestión religiosa y el poder público en el Ecuador. Quito-Ecuador: Ecuador: Imprenta de la Escuela de Artes y Oficios.
Escritor y Periodista, lector de Rimbaud y de Oquendo de Amat, un lector de Borges y de Nicanor Parra, un lector de Enrique Lihn. Profesional de la Gloriosa Universidad Central del Ecuador en el fragor del nuevo siglo, dedicado al mundo fascinante de la radio, aprendiz de escritor con la luz.