Sin duda que la administración de las instituciones civiles de nuestro país han estado marcadas por ofrecimientos demagógicos que nunca se han cumplido y los ofrecimientos seguirán mientras iniciamos una nueva campaña electoral en la que pasaremos, en el imaginario, a un nuevo Estado, lleno de progreso, desarrollo y serán satisfechas todas las necesidades de nuestro pueblo, nos hablarán de empleo, de seguridad, de incremento de salarios, de la construcción de cientos de miles de casas, en fin será una nueva patria en boca de quienes lo único que buscan es el voto de nuestro pueblo sensible que busca salvarse a través de estas manifestaciones, que para muchos es la más auténtica democracia.
Pero la realidad es muy distinta, en el Ecuador, de acuerdo a los análisis de expertos, de politólogos, antropólogos y sociólogos, las manifestaciones políticas están, en su mayoría ligadas al populismo que a estructuras políticas con principios basados en normas ideológicas lejos del populismo y el caudillismo, a cambio de manifestaciones marcadas por principios políticos y acciones conjuntas en todos los niveles, en el marco de una conciencia social e ideológica. Esta situación es una cuestión de llegar a las mayorías, es más fácil ofrecer lo que no se puede cumplir, que cumplir lo que no se ha ofrecido; así de simple, no es un juego de palabras, sino una realidad marcada por la experiencia de nuestra larga e inestable vida política democrática, en la llamada libertad de opinión, que más parecería una libertad de ofrecimientos que nunca se podrán cumplir.
En los análisis que se realizan, en los estudios que se desarrollan y en la experiencia, lamentablemente en nuestra ciudad no contamos con un plan maestro de desarrollo, no contamos con un plan estratégico, con un nuevo modelo de desarrollo, no contamos con una debida planificación, no contamos con un verdadero plan de ordenamiento territorial; con un nuevo modelo de gestión, falta planificación prospectiva, es decir que estamos “a la buena de Dios”, haciendo lo que más podemos en una acción de improvisación.
Ante esta realidad poco o nada es lo que esperamos, solamente las obras clientelares que nos ofrecen los políticos de turno y que una vez en las funciones para las que fueron elegidos, se olvidan de muchos de los ofrecimientos y cumplen medianamente lo que pueden planificar de manera urgente para cumplir con las normas exigidas por los organismos de planificación y por las instituciones del Estado; sin descuidar los famosos contratos en los que nacen los actos de corrupción.
Considerando lo antes señalado queda claro que no podemos aspirar a que Latacunga se convierta en una ciudad con un futuro esplendoroso, con un fututo halagador, con un futuro de planificación, sabiendo que es lo que va a pasar después de una década, después de 20 años, a dónde nos dirigimos, qué es lo que vamos a tener y cómo vamos a satisfacer las necesidades de nuestra población.
De acuerdo a la experiencia y a las formas de administración, la larga lista de obras que se exigía a los gobiernos de turno, pasaron a la planificación y en asuntos de planificación nuestros organismos seccionales han perdido el año. Ahora para toda inversión es necesario contar con estudios, contar con un proyecto, contar con análisis profundos, para poner en práctica las normas establecidas, cumplir las disposiciones de ley y recibir los recursos necesarios para seguir con el trámite de la adjudicación de los contratos para diferentes obras. El camino es largo y hay que cumplirlo, pero la realidad nos despierta a una situación en la que lo que menos hacemos es planificar para mañana, para pasado mañana, si eso no podemos hacer, no vamos a planificar para los próximos 20 años.
Entonces nuestro panorama se presenta nublado, se presenta sin un futuro halagador. Nos hace falta planificación, nos hace falta un verdadero modelo de gestión. Ante esta realidad nos preguntarnos qué tenemos planificado para mejorar la calidad de la circulación vehicular, qué tenemos planificado para la seguridad de la ciudad, qué tenemos planificado para la dotación de agua potable, qué tenemos planificado para solucionar los problemas que enfrenta la juventud; qué tenemos planificado para solucionar la situación de los comerciantes informales, qué tenemos planificado para atender las necesidades de vivienda, de organización social, de mejorar la imagen de la ciudad y explotar el turismo, entre otras cosas.
Lamentablemente nos queda mucho por hacer, pues hay poco realizado en planificación, entones el desarrollo y progreso de nuestra ciudad se encuentra en un punto crítico del que debemos salir en base a la unidad, a un trabajo conjunto y especialmente que la academia se vincule mucho más a la sociedad civil y a los organismos de administración, para que se presenten verdaderos proyectos, caso contrario después de 20 años seguiremos hablando de lo mismo.
Columnista. Latacungueño sensible, dócil, franco, admirador de Gabriel García Márquez, el fútbol sigue siendo una pasión recurrente; de Latacunga extraña el ajetreo mercantil de la plaza de El Salto y sus “cosas finas”; amante del periodismo desde hace más de 45 años escribiendo de forma cotidiana para el Diario “La Gaceta”; se formó en el Instituto Internacional de Periodismo “José Martí” La Habana-Cuba.