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UNA PECULIAR MAMA NEGRA EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Fotografías de Diego Paredes Bravo / ANC

Mucho antes de que raye el alba, la banda de pueblo despertaba a los vecinos, anunciando que contra todo pronóstico la Mama Negra, la de siempre, recorrería nuevamente las calles de Latacunga; a la Mama Negra hoy le faltaron personajes, familia, amigos y aplausos en las calles, sin embargo, la fe permaneció intacta.

Frente a una emergencia sanitaria y la recomendación de evitar aglomeraciones, la reducida comparsa caminó hasta el santuario de La Merced mientras las personas se enteraban a su paso que nada evitaría que la Virgen de Mercedes reciba sus honores como cada año, adultos mayores salieron de sus casas con la emoción del que ha sentido la fiesta desde siempre, niños y adolescentes empezaban su día viendo desde sus ventanas a esta peculiar colección de trajeados bailar por las calles.

Esta fiesta ancestral que se ha caracterizado por el anonimato de sus personajes, hoy remarcó esta peculiaridad, la Mama Negra, sus negros y todos quienes fueron parte de la celebración usaban bajo sus máscaras una mascarilla, muchas de ellas adornadas con motivos festivos acorde a la ocasión.

Cuatro negros cargaron la portentosa imagen de la Virgen hasta el exterior de la iglesia de La Merced, y ante ella cada personaje rindió honores, bailó, le recitó a la madre de los latacungueños. El aforo reducido que acudió a esta tradicional y a la vez tan particular Mama Negra, también honró la fiesta sacándose gorros y sombreros, inclinando su cabeza y cerrando los ojos.

El abanderado fue el primero en acudir ante la imagen, luego de recibir la bendición y mover su bandera a manera de alabanza, le dio paso al Ángel de la Estrella, el personaje que en esta fecha se caracteriza por ser siempre un infante y sus negros pronunciaron encomios a la Virgen, a finalizar fue el turno del Rey Moro quien con similitud procedió a rendir honores, posteriormente los devotos vestidos de Mama Negra cerraron esta tan conocida tradición.

¿Podríamos decir algo más sobre la Mama Negra? ¿Algo mejor de lo que ya se ha dicho? ¿Qué se dice de una fiesta que está en la memoria colectiva de los latacungueños, de una fiesta que año tras año se espera con una mezcla de emoción-devoción? Quizá si un virus no hubiese llegado hasta este rincón de los Andes desde tan lejos efectivamente las palabras no fuesen más que repeticiones.

La Mama Negra de septiembre, la que ha debido ser el verdadero patrimonio intangible de nuestra humanidad, este año se vio marcada por las ausencias, muchas a causa de la instaurada cuarentena y otras tantas que se quedarán por siempre; luego de seis meses de confinamiento casi todas las familias guardan en su corazón una ausencia y pese a todo el dolor del que pierde a quien ama, la fe continúa siendo el motor de la resiliencia que mueve a los latacungueños.