En Madrid, desde el 22 hasta el 26 de enero, la cuadragésima edición de la feria internacional de turismo, Fitur, recibía, por primera vez, a una delegación del GAD municipal de Latacunga, en un “esfuerzo” para promocionar (junto con los GAD de Tungurahua y Chimborazo) el destino ecuatoriano «Andes Centro»; autoridades acompañadas de tres personajes formaban parte del stand, tres personajes de los cinco principales, tres personajes de las decenas que forman la fiesta.
La Mama Negra, encarnada por Fernando Tinajero Miño, el Capitán, Rodrigo Viteri y Luis Antonio Rodríguez como Rey Moro, le recordaron al mundo que sus personajes son distinciones altísimas en una ciudad pequeña de los Andes, que ser uno de ellos requiere servicio y amor por esa ciudad, y que por eso no cualquier persona llega a ese lugar.
El Municipio de Latacunga, en un boletín de prensa, decía que “los exponentes de la cultura y folclore de nuestra ciudad fueron el mayor atractivo del stand de Ecuador”, y a la vez, María Ester Veloz, concejala del cantón, afirmaba que “el encanto de la ciudad se ha mostrado «claramente»”; tres personajes mostraban el encanto de una ciudad tan rica en cultura y patrimonio.
El ego de una fiesta carente de identidad ha llegado a Europa, entregando a los 165 países ahí congregados, en la mayor feria de turismo de habla hispana del mundo, la idea de que Latacunga es únicamente un hombre disfrazado de una mujer negra, un capitán que, como dijo Viteri, “es el que paga toda la ostentosidad de un espectáculo”, y un rey de una sociedad democrática que claramente muestra la confusión de una idiosincrasia perdida.
Es vital reconocer que la Mama Negra novembrina ha sido el centro de esta feria, cuando las voces de varios conocedores de la fiesta ya se empiezan a escuchar y cuestionan, con razón, «¿la mama negra de noviembre es el verdadero patrimonio cultural?». Por qué promocionar una celebración del poder cuando tenemos otra, la misma, pero tan diferente. Por qué llevar hasta el otro lado del mundo la imagen clara de que no somos iguales porque como diría Luis Antonio Rodríguez, “no cualquiera puede ser personaje”, cuando en septiembre las vendedoras de La Merced y El Salto, su familia, sus amigos, se cubren la cara y bailan siendo uno solo, comiendo en la misma mesa, tomando del mismo zumo, rindiendo homenaje a una Virgen que los mira desde El Calvario, porque aunque ninguno de los dos mercados es el mismo, por cuatro días le danzan a la misma divinidad.
Xavier Iza, director de turismo del GADM de Latacunga, indicó que pese a que fueron como parte de la delegación de la ciudad, «no pudieron promocionar únicamente lo que hace el municipio de la Latacunga, sino que tuvieron que hacerlo también por los gobiernos provinciales de Tungurahua y Chimborazo que fueron parte de la promoción del Ministerio de Turismo como Sierra Centro, para crear conexiones con estos destinos turísticos.»
Sumergida en el viaje del autoconocimiento, comunicadora social, aprendiz de escritora, viajera de libros y feminista insurgente.