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Cómo interactuar con personas con discapacidad auditiva

La discapacidad auditiva involucra al sentido del oído e implica la falta, disminución o pérdida de la capacidad para oír debido a una alteración o daño en algún lugar del aparato auditivo. De forma similar que en otras discapacidades, la auditiva, tiene niveles y puede darse antes, durante o después del nacimiento. Conozcamos cómo podemos aportar para la inclusión y mejor entendimiento con quienes tienen discapacidad auditiva.

Las personas con hipoacusia  son aquellas que, aún con pérdida de audición, son capaces de adquirir por vía auditiva el lenguaje oral y utilizar el mismo de manera funcional en su proceso comunicativo, en su mayoría usan prótesis de acuerdo al caso. Se considera que las personas con sordera presentan una pérdida auditiva de tal grado que sus restos auditivos no son aprovechables, por lo que la adquisición de la lengua oral es muy difícil, y la visión se convierte en su principal sentido a potenciar para la comunicación; las sorderas profundas conllevan mudez, es decir es una consecuencia de esta ya que implica un déficit u obstáculo en el acceso al lenguaje oral, por lo que actualmente es impropio el término de “sordomudo”.

Si partimos de que la audición es la vía principal  para el desarrollo del lenguaje y el habla, cualquier trastorno en la percepción auditiva del niño o niña va a afectar el desarrollo del proceso lingüístico y comunicativo, también  los procesos cognitivos y su posterior integración escolar, social y laboral. Las particularidades del tono, intensidad y ritmo del lenguaje permiten distinguir situaciones o cargas de afecto, ternura, enojo y más, emociones que difícilmente son percibidas por las personas con sordera ya que su situación  puede limitarles solo a la percepción visual y en algunas ocasiones interpretan erróneamente.

Hoy, a los pocos días de nacidos se aplican pruebas que permiten poner alertas ante alguna dificultad en la audición. Y si existe cualquier sospecha de una condición de hipoacusia o sordera en un miembro de la familia, se debe lo más pronto realizar un diagnóstico que confirme o  descarte, es importante la planificación de una intervención  respetuosa con profesionales idóneos, corresponde a los padres y madres ser conscientes de que ellos son los agentes principales del desarrollo cognitivo­lingüístico de su hijo o hija y estar dispuestos a asumir el reto de aprender nuevas estrategias de comunicación, con suficiente información para el desarrollo integral del niño o niña.

Y cómo podemos aportar para una interacción más acertada y respetuosa al encontramos con una persona con discapacidad auditiva, a continuación algunas sugerencias:

  • Procurar que la luz esté de cara a la persona que habla.
  • Hablar de frente con naturalidad, lo más cerca posible, a su altura y sin darle la espalda mientras se habla.
  • Hablar de forma pausada, pero sin silabear.
  • Evitar colocar objetos que dificulten la visibilidad de los labios de quien habla.
  • Ayudar a percibir los fonemas cuyos rasgos no se distinguen visualmente con apoyos táctiles.
  • Emplear el lenguaje corporal y la gesticulación, sin exageraciones.
  • Utilizar palabras sencillas y fáciles de leer en los labios.
  • Verificar que ha comprendido lo que se trata de comunicar.
  • No asumir que se ha entendido lo que nos quiere decir, si no es así.
  • No demostrar atención excesiva debido a su problema de audición.
  • Si no sabemos lenguaje de señas, se puede recurrir a escribir lo que se desea comunicar.

Garantizar a las personas con discapacidad auditiva el acceso oportuno a los recursos y/o herramientas que brinda la tecnología ayudará a mejorar la interacción, comunicación y comprensión, como siempre es fundamental nuestra actitud basada en el respeto y empatía para que los entornos favorables contribuyan al mayor desarrollo del potencial de cada persona y su inclusión plena.