En doce años, desde que se creó el Ministerio de Cultura, han pasado por esa cartera de Estado doce ministros, uno por año en promedio, quienes no han logrado articular una política cultural que beneficie a los creadores y al pueblo en general, para demostrar a través de estas actividades que los ecuatorianos tenemos grandes condiciones para la creación en las diversas manifestaciones de las Bellas Artes.
El entonces Presidente, ahora prófugo en Bélgica, sin ningún empacho dijo que su gobierno le queda debiendo a la cultura, igual ha sucedido con el actual régimen, como ha sucedido también con la mayoría de regímenes de nuestro país que ven a la cultura como algo complementario, cuando no acaban de entender que la cultura es la manifestación más noble e importante que nos presenta al mundo con nuestras características especiales y nos engrandece.
Pasan los años y seguimos discutiendo sobre nuestra identidad, cuando el Estado ecuatoriano a través de las instituciones representativas que tienen que ver con las manifestaciones del espíritu y del arte, lo debieron hacer hace muchos años; estamos en pleno siglo XXI, en el siglo de los grandes adelantos y golpeados por una pandemia, y seguimos discutiendo sobre nuestra identidad cuando se han revalorizado palabras como pluriculturalidad, interculturalidad y plurinacionalidad.
Los grandes creadores de nuestro país, que se han abierto campo en espacio nacionales e internacionales, han sido por su propia iniciativa e insistencia, por su lucha permanente por salir adelante haciendo conocer sus creaciones que son destacadas en otros países con una cultura sólida; como parte de la creación del hombres que ha dejado para que las actuales y futuras generaciones puedan admirarlas para satisfacción de los sentidos y para demostrar que nos falta casi todo por hacer en favor de nuestra cultura.
En 1975, el gobierno de la época, mediante decreto 677 de 6 de agosto creó el Día Nacional de la Cultura y además estableció el Premio Nacional de Cultura “Eugenio Espejo”, para conmemorarlo el 9 de Agosto de cada año; el primer premio entregado “reconoció los valores personales del distinguido escritor, maestro y literato, reconocido en América y otros continentes, por haber sido el fundador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en mérito a sus relevantes obras y a una vida entregada al cultivo del intelecto y el encausamiento ecuménico de la cultura ecuatoriana, cuya sindéresis demuestra una dilección dentro del pensamiento histórico y literario del Ecuador y América”, ese merecido reconocimiento recayó en Benjamín Carrión Mora, con cuyo nombre luego se le bautizó a la Casa de la Cultura Ecuatoriana, entidad cenáculo de nuestra identidad nacional.
En el Ecuador existe una lamentable gestión cultural, para desarrollar planes y programas, existe una verdadera inestabilidad, 12 ministros en 12 años. No existe, para nada, una verdadera política cultural del Estado ecuatoriano. Existen problemas en el propio Instituto de Fomento a las Artes; problemas con más de 150 proyectos que ganaron los fondos concursables, a algunos se entregó algo de recursos, pero la mayoría sigue esperando a pesar que los proyectos se encuentran en plena ejecución, siendo parte de Proyectos Artísticos, Culturales y Festivales de Artes, y del Fondo de fomento de las Artes, la Cultura e Innovación. Como nos podemos dar cuenta lo que más se ha hecho en cultura en el Ecuador es volver completamente burocrática esta actividad, los creadores deben enfrentarse a una maraña de trámites, muchas veces en vano y para nada.
El proyecto “Arte para Todos” que fue presentado “con bombos y platillos” por el presidente de la república donde se dijo que se invertirían más de 20 millones de dólares, se hablaba que su objetivo era generar consumidores de productos artísticos y culturales, en un trabajo articulado con el Ministerio de Cultura, Ministerio de Trabajo, Ministerio de Educación, la Casa de la Cultura y la Dirección de Gestión Cultural de la Presidencia de la República; sin embargo, nunca se explicó detenidamente el proyecto en general, muchas cosas se quedaron guardadas y el proyecto, en los últimos meses fue cancelado.
Mientras la Contraloría General del Estado detalla una serie de irregularidades en la administración cultural, uso y mantenimiento de los bienes arqueológicos y artísticos; además detalla un escenario caótico, falta de normativa para su mantenimiento, custodio, cuidado, registro, manejo; inconsistencias en los registros de control administrativo, el inventario no está actualizado y no ofrece información confiable. El edificio Aranjuez almacena miles de bienes culturales del país; edificación que está a punto de colapsar y aún no se ha destinado otro lugar para preservar la memoria cultural del Ecuador. Los museos tienen problemas de administración e injerencia de otros organismos, poniendo en riesgo sus obras de arte, según señala un diario digital.
Mientras tanto la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” se debate en una verdadera crisis de carácter económica y administrativa, lo primero que hacen los gobiernos de turno es reducir el presupuesto a la Cultura; además la nueva Ley de la Cultura, calificada como un mamotreto, ha sido un verdadero fracaso, el régimen anterior, como era su política quería controlar todo y entró a la Casa de la Cultura que perdió su autonomía; sin descuidar que muchas administraciones provinciales han sido muy cuestionadas. Se cerraron las direcciones provinciales del Ministerio de Cultura y no se sabe qué hace en las provincias el “famoso” ministerio burocrático de Cultura.
Con este panorama queda claro que el Estado ecuatoriano y los últimos gobiernos de turno le quedan debiendo muy largo a la Cultura, mientras los creadores siguen luchando a contra corriente en un país que no reconoce a la Cultura como uno de sus principales valores. En este marco no se puede celebrar el Día Nacional de la Cultura, pero si recordar que algún día la Cultura será la clarinada reconocida universalmente.
Columnista. Latacungueño sensible, dócil, franco, admirador de Gabriel García Márquez, el fútbol sigue siendo una pasión recurrente; de Latacunga extraña el ajetreo mercantil de la plaza de El Salto y sus “cosas finas”; amante del periodismo desde hace más de 45 años escribiendo de forma cotidiana para el Diario “La Gaceta”; se formó en el Instituto Internacional de Periodismo “José Martí” La Habana-Cuba.