En una democracia débil como la ecuatoriana cada proceso electoral deja en evidencia la ausencia de partidos políticos que estén orgánicamente estructurados, con una ideología definida, que cuenten con escuelas de formación de cuadros y estén en condiciones de plantear al país propuestas serias y no demagógicas.
El triunfo electoral de Noboa es una muestra del cansancio que tiene el pueblo de los mismos y los mismos, apostó en esta coyuntura por una figura joven sin meditar siquiera que también forma parte de esas maquinarias electorales que se hacen llamar partidos políticos, que gracias al marketing político venden el remedio sanador de todos los males que tiene la Patria.
El padre del presidente electo participó en cinco ocasiones en búsqueda de la presidencia, sin conseguirlo; esa maquinaria propagandística del PRIAN fue la que facilitó los contactos clientelares para impulsar el ascenso de una candidatura que partió sin opciones aparentes de triunfo pero que terminó imponiéndose.
El partido de la familia Noboa en Cotopaxi siempre ha tenido el sustento de sus empresas instaladas en este territorio, especialmente la industria molinera; es así como en anteriores elecciones ya tuvieron diputados por Cotopaxi y un alcalde de Latacunga; en esta ocasión no alcanzaron dignidades seccionales pero el joven Noboa ganó en la primera y segunda vuelta.
Algunos, llamados analistas políticos, sostienen que Daniel Noboa supone una incógnita para un país asolado por la violencia. Si bien, él se autoproclama social demócrata, seguramente con fines electorales, todos sabemos que el entorno cercano forma parte del más rancio pensamiento neoliberal, basta ver quien se sentó a su derecha en la primera reunión en Carondelet para corroborar lo afirmado. Para aquellos que no recuerden, el conservador Dahik, que fuera vicepresidente de la República del Ecuador, en su época de apogeo político fue considerado “terrorista económico” debido a sus tesis favorecedoras de las transnacionales y los acreedores externos; y totalmente alejadas de las reinvindicaciones de la gran franja de la clase media y más aún de los obreros.
En la segunda vuelta electoral, Daniel Noboa Azín de Acción Democrática Nacional (ADN) (4-35/PID/MOVER) obtuvo en Cotopaxi 170332 votos que representan el 57.61 %, frente a la candidata Luisa González del movimiento político Revolución Ciudadana (5 / RC), que alcanzó 125325 votos que representan el 42.39%, pero no hay que dejarse engañar, un gran caudal de esos votos obedece en Cotopaxi al manifiesto anticorreismo de la población que no perdona ni olvida que fueron ellos quienes pusieron una cárcel que ha incrementado exponencialmente la sensación de inseguridad.
Efectuado este brevísimo repaso del proceso electoral, la gran preocupación para la provincia debe ser lo que viene, ya que las disputas internas de quienes apoyaron a Noboa desde el comienzo y de otros que se subieron al carro de la victoria en la segunda vuelta, no permite visualizar un liderazgo adecuado que favorezca a los intereses del pueblo cotopaxense. Cierto es que los problemas internos deben ser resueltos entre ellos, pero ahora que llegaron al gobierno eso acarrea consecuencias a la provincia que se ve abocada a mirar las disputas por un pedazo de poder local merced a un claro clientelismo político, con el que los partidarios del flamante presidente se disputan el privilegio individual y de pequeños grupos por acomodarse en la burocracia al margen de la disposición de servir adecuadamente al pueblo.
Es necesario que, una provincia diversa como la nuestra, reciba respuestas claras a sus anhelos siempre postergados, y con estas disputas, tempranamente, están demostrando que, por lo menos a nivel local, el gobierno no tiene líderes que sepan consensuar y buscar soluciones a los múltiples problemas que tiene Cotopaxi en salud, trabajo, educación, seguridad por mencionar los más complejos.
Arquitecto, PhD en Ciencias de la Educación, Catedrático Universitario, Escritor, Investigador del Patrimonio Cultural y de las Ciencias Sociales. Columnista en varios medios de comunicación.
“Es indispensable sentipensar Cotopaxi, para consolidar la memoria colectiva, analizar críticamente el presente y proyectar el futuro con espíritu resiliente y sinérgico”.