fbpx

LA ARTESANÍA, UN PATRIMONIO OLVIDADO

En la provincia de Cotopaxi, el sector artesanal ha permanecido olvidado y mal atendido por parte del Estado, pese a que un alto porcentaje de la población basa o complementa la economía de sus hogares en actividades relacionadas con la elaboración de objetos que son producto de la sabiduría popular. La promoción y el desarrollo de las artesanias es, sin lugar a duda, una de las posibilidades de un manejo social adecuado de la crisis económica que vive el Ecuador.

La alfarería de La Victoria, las artesanías con fibras vegetales del Niágara, la elaboración de escobas en San Juan de Pastocalle, los pintores de Tigua, ladrilleros, herreros, talabarteros, tejedores, hojalateros, panaderos, sastres, carpinteros, mecánicos, entre otros forman parte de un sector que cuenta con tres mil artesanos catastrados, pero que son muchos más. En los diferentes gremios de la provincia se esfuerzan por impulsar una actividad que ha sido duramente golpeada por la difícil situación generada por la emergencia sanitaria. 

Las tradicionales ferias costituían el espacio idóneo para comercializar sus productos, ahora el distanciamiento social obligatorio limita su efectividad, es por ello que se vuelve imperativo organizar y desarrollar, en la provincia, el comercio electrónico, que posibilite impulsar ferias virtuales para posicionar la amplia gama de ofertas de nuestros artesanos, en esa misma línea abrir una gran vitrina virtual que ofrezca alternativas de comercio la cual inclusive perdure en el tiempo de cara a la denominada “nueva normalidad”, pero para ello se requiere trazar políticas serias desde los gobiernos locales que busquen generar eco en instancias nacionales, para articular estrategias que mejoren la formación, capacitación, producción y comercialización.

La artesania es una actividad que necesita mucha mano de obra calificada, por lo que cualquier fomento del sector se transforma rápidamente en una interesante estrategia de empleo. Además, una parte importante del circuito de producción – comercialización de bienes que consumen los sectores de bajos ingresos de la población, se originan en la artesanía. Más aún, una significativa proporción de ingresos complementarios a la agricultura proviene de artesanías artísticas, e incluso en ciertos casos estas últimas han reemplazado a la agricultura como actividad principal.

No existe lugar de la provincia donde no encontremos manifestaciones de arte popular en los que se aprecia la creatividad, el ingenio y el esfuerzo incansable que diariamente realizan los trabajadores de la manufactura, con el fin de obtener algún ingreso que alivie las apremiantes necesidades familiares.

Es por tanto necesario no sólo revalorizar, sino además alentar las diversas expresiones culturales que se nutren de la sabiduría popular, a fin de que la artesanía, sin perder sus rasgos ancestrales particulares, pueda recrearse y mantener su competitividad en el mercado. En este sentido, las acciones destinadas a fomentar la producción, comercialización y a brindar crédito y asistencia técnica, deberían tener como telón de fondo el marco cultural en el cual operan, para que no sigan siendo un patrimonio olvidado y abandonado a su suerte por parte de los gobiernos de turno.