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AÑO VIEJO

Cada año, durante la celebración del 31 de diciembre en Ecuador, es común ver muñecos que representan al año que termina, viudas que lloran y piden dinero a los transeúntes para las honras fúnebres del viejo, un jocoso testamento que deja a todos algún legado y, cerrando la celebración, la quema del monigote a las doce de la noche.

El o los monigotes constituyen una sátira de algún acontecimiento  y casi siempre una imitación de algún personaje, las viudas son hombres vestidos con ropa de mujer, pelucas, maquillaje y accesorios que usualmente son asociados con la imagen femenina. Otra de las tradiciones, exclusivamente ecuatoriana, es la elaboración del testamento, pieza literaria graciosa que se escucha antes que el reloj marque las doce y termina a la media noche, hora en la que se procede a la quema del año viejo y se reciben y dan abrazos, besos y deseos de un buen año nuevo.

Varios historiadores aseguran que esta tradición existe desde el siglo XIV y ha evolucionado con el pasar del tiempo. En la forma de elaboración de los monigotes, los recursos tecnológicos que hoy existen permiten que sus conceptos sean innovadores; por lo general en la zona andina los monigotes son construidos con ropa vieja y rellenos de papel periódico o aserrín y llevan una careta o máscara con la cara del personaje escogido para quemar, en tanto que en la región costera los monigotes son más elaborados, gigantes construidos de cartón o espuma flex y pintados con las características del personaje que representan.

Las viudas también han cambiado, originalmente eran mujeres jóvenes las que se vestían de negro con faldas largas y simulaban llorar por el hombre que les proveía, representado en un muñeco. Con el tiempo esta costumbre se modernizó y son los hombres los encargados de armar las coreografías e interpretaciones, cambiando el estereotipo de la humilde mujer por el de una dama atrevida que recolecta dinero para repartirlo entre los amigos.

A la medianoche se inicia la quema, el objetivo es despedir el año acabando con todo lo malo que pudo pasar durante ese periodo y abrigando la esperanza de que el nuevo año llegue cargado de energías positivas.

La quema del Año Viejo es la forma de cerrar ciclos; es la manera que tiene el ser humano para empezar de nuevo. Esta práctica le da identidad al pueblo ecuatoriano porque es practicada en todas las provincias al margen de prejuicios, utilizando una sátira divertida renovamos nuestra esperanza por mejores días.

¡Feliz año 2024  a todos nuestros dilectos lectores!