El 2 de Mayo de 1822, entraba Don Antonio José de Sucre a la ciudad con el grueso del ejército compuesto de venezolanos, granadinos, peruanos, quiteños, argentinos e ingleses. Para esos días se encontraba la vanguardia en el pueblo de Mulaló.
“En 1.822, durante los últimos días del mes de abril, Sucre llegó a la ciudad de Ambato, desde donde destacó una vanguardia, bajo las órdenes del Coronel Luque, para que ocupara la plaza de Latacunga. Esta ocupación se produjo el 30 de abril, luego de desalojar a los españoles, en una acción que le costó al ejército libertador la pérdida de 18 efectivos. Tal acción, según el doctor Muñoz Vernaza, debió tener lugar “en la quebrada de Nintinacazo, junto al Agua del Inca por donde cruzaba el antiguo camino”.
Esa resistencia sería hecha por la guarnición local comandada por el oficial español Boves, una compañía con 40 lanceros, traídos de Riobamba en marzo, para proteger la ciudad de las acometidas del Coronel republicano Cestari que se encontraba en Pujilí, venido por El Zapotal y Angamarca con el fin “de distraer la atención en los enemigos y exaltar el entusiasmo en los partidarios” (C.A. Vivanco “Boletín de la Biblioteca Nacional”) (CHACÓN: 1.985).
En aquellos días el Mariscal Sucre procedió a reorganizar sus tropas, sumando voluntarios de los pueblos cercanos, mientras esperaba refuerzos, en especial el Batallón Alto Magdalena (de Colombia) y nuevos informes de inteligencia sobre el paradero del ejército Realista.
Mientras tanto, Aymerich alistó los puntos de resistencia y posiciones de artillería en los principales pasos montañosos que dirigían a Quito. El Gran Mariscal de Ayacucho, empeñado en evitar un enfrentamiento frontal en terreno desfavorable, decidió avanzar paralelamente a los flancos de las posiciones Realistas, marchando por las laderas del volcán Cotopaxi para así poder llegar al Valle de los Chillos, en la retaguardia de las posiciones defensivas Realistas.
Durante varios días nuestra ciudad acogió a miles de soldados, y a partir de esta fecha que destaca el valor de identidad de los latacungueños pues en intercambio de misivas entre el general Sucre y el libertador Simón Bolívar expresa su verdad al decir que: “han sido acogidos por la hospitalaria ciudad de Latacunga para guarecer y apoyar la causa libertaria”
Sucre entra en Latacunga el jueves 2 de Mayo de 1.822, al frente de un ejército de 3.000 hombres -venezolanos, granadinos, peruanos, guayaquileños, argentinos e ingleses- y junto a tres héroes de la caballería patriota: Lavalle, Cestari y Rash.
Ahí Sucre procedió a reorganizar sus tropas, sumando voluntarios de los pueblos cercanos, mientras esperaba refuerzos, en especial el Batallón Alto Magdalena (de Colombia) y nuevos informes de inteligencia sobre el paradero del ejército Realista.
En Latacunga fueron alojados en los conventos, casas grandes, la Casa de Pólvora y otras edificaciones. Estando Sucre en Latacunga un gran número de coterráneos engrosó las filas del ejército, personas conocidas como Calixto Pino, Miguel Espinoza, Ramón Páez y Mariano Hurtado. (I Toro Ruíz). Once días duró la permanencia de Sucre en esta ciudad.
En los apuntes de Historia Militar Nacional, del Capitán Carlos H. de la Torre: Talleres Gráficos Nacionales Quito 1923, pág. 71, reproduce un comunicado: “Entre los días 14 y 15 de mayo las avanzadas del ejército libertador alcanzan Mulaló. El 15 de mayo de 1822 pasaron frente al Cotopaxi muy pronto llegarían al valle de los chillos”.
Mientras tanto, Aymerich alistó los puntos de resistencia y posiciones de artillería en los principales pasos montañosos que dirigían a Quito. Sucre, empeñado en evitar un enfrentamiento frontal en terreno desfavorable, decidió avanzar paralelamente a los flancos de las posiciones Realistas, marchando por las laderas del volcán Cotopaxi para así poder llegar al Valle de los Chillos, en la retaguardia de las posiciones defensivas Realistas.
El paso del nutrido pelotón estuvo sistemáticamente organizado y vigilado a su paso por los moradores de estas comarcas, tal es el caso que dentro de la riqueza oral todavía se mantiene el relato del “Caballo de Sucre” que hace referencia al compañero de batallas y su fidelidad briosa, el garbo del héroe de Ayacucho quien se dirigía por entre la extensa llanura del Cotopaxi hasta la libertad pronunciada en el Pichincha el 24 de mayo de 1822, apiado a la expectación de los habitantes de los pueblos de Mulaló.
Escritor y Periodista, lector de Rimbaud y de Oquendo de Amat, un lector de Borges y de Nicanor Parra, un lector de Enrique Lihn. Profesional de la Gloriosa Universidad Central del Ecuador en el fragor del nuevo siglo, dedicado al mundo fascinante de la radio, aprendiz de escritor con la luz.